Cuando practicamos yoga a diario, el cuerpo nos pide cada día que hagamos nuestra sesión cuando llega la hora indicada en la que practicamos, y eso está bien, pero ¿qué pasa cuando nos llegan los días de la menstruación?, el cuerpo nos lo pide una vez más, y nos preguntamos: ¿es bueno hacer yoga durante esos días?, ¿deberíamos hacer yoga menstruando?
Distintas escuelas y distintos yoguis nos dicen diversas cosas, por lo general se suele recomendar no hacer yoga durante los días de la menstruación, reposar esos días, darle un descanso al cuerpo para que haga su labor de limpieza y regeneración, pero en cambio veréis que hay otras practicantes que nos dicen que si se puede hacer yoga, pero no debemos hacer torsiones ni asanas de inversión.
¿Qué opino yo de todo esto?, pienso que cada una de nosotras somos distintas, y no es lo mismo una mujer con una regla minúscula que dura tres días, no tiene dolor y mancha muy poco; a una mujer con un útero grande (por tanto mucho flujo), una regla de cinco días, con dolor, molestias, hinchada y con migraña. Lo que quiero decir es que lo más lógico es que escuches a tu cuerpo, todas las mujeres no son iguales y por tanto no todas las menstruaciones son iguales. Hay mujeres que pueden hacer un yoga casi normal, evitando torsiones e invertidas, no les repercute para nada y pueden continuar su práctica diaria; hay mujeres que podrán hacer una práctica de yoga restaurativo, con posturas de suelo (incluso en la cama) con cojines, bolsters y mantas, y podrán continuar esa practica de manera leve; y hay mujeres que debido a su dolor, hinchazón y malestar, sobre todo debilidad, no podrán hacer ni siquiera yoga restaurativo y tendrán simplemente que descansar durante unos días.
Tú mejor que nadie puedes decir si realmente puedes o te beneficia hacer yoga durante esos días, observando tu cuerpo, tu práctica los días cercanos, y tu tipo de menstruación. Y sobre todo no te compares con las mujeres que si pueden, no te va a hacer ningún bien.
Espero que os haya ayudado mi pequeña entrada.
Es un texto original de Isabel Galiot, todos los derechos reservados.
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